Feminidad y empoderamiento femenino
“Tal vez la verdadera misión del femenino profundo es contribuir a la apertura del corazón masculino”. Esta frase la leí en un texto en una de mis formaciones, y ¡me encantó!.
Me cuesta creer que estemos en el post-feminismo, para mí está muy generalizado un feminismo mal entendido que dentro de lo que veo a mi alrededor se caracterizan por: además de asumir el rol femenino, asumir el masculino; reivindicar desde la queja y el ataque al hombre pidiendo soluciones sin dar propuestas; excluir al hombre o tacharle de amenazante. Será que yo no tengo claro lo que es el feminismo, para mí no es más que mostrar el aporte necesario que como mujeres hacemos a la sociedad; valorando a la vez el aporte que los hombres hacen a la misma. Si las mujeres nos ponemos al nivel de los hombres (o eso pretendemos, a veces), en lugar de servir de equilibrio para rebajar el nivel de testosterona y la necesidad de defensa y protección que resulta tan instintiva en el hombre para preservar la vida. El aporte de la mujer a la sociedad, comienza por la producción de oxitocina de la mujer, de manera biológica, lo que puede ir más allá de engendrar y parir. Pues, la capacidad de empatizar, y de vincularse, además del instinto de maternidad estando al cuidado del entorno, a nivel de atender unas necesidades más bien emocionales, es en lo que yo resumiría el aporte de lo femenino. Entonces veremos que ser mujer va más a allá de tener hijos, es el ejercer de madre con la sociedad porque ese vínculo materno-filial es necesario para nosotros como mamíferos vulnerables con un sistema nervioso que precisa de conexión con otros semejantes. Puede que suene muy biologicista, y a la vez, es lo más terrenalmente humano que me viene a la mente; y también puede que la manera de humanizarlo sea aludiendo, precisamente a las cualidades en las que se traduce la creación del vínculo: intuición, entrega y compasión Todo esto lo escribo a sabiendas de ser una mujer con un carácter con bastante más tendencia a lo masculino. Soy una persona de acción y racional, pragmática y resolutiva. En cambio, sólo cuando empecé a conectar con algo más profundo, con algo que es mi esencia, pude empezar a desarrollar a esa mujer que no sólo es madre, también es sabia, también es agente de su vida, y también es capaz de sostener la vida e incluso la muerte. Pues el gran potencial como mujer es el de vincular. No me gusta la distinción dicotómica y binaria de hombre-mujer, ni de masculino-femenino. Como muestra la célebre imagen del Yin-Yang, hay masculinidad en la femenidad y viceversa, y es que, en nuestra realidad somos interdependientes. Cada una de las cualidades, se califiquen de masculinas o femeninas, las veo como opciones para cualquier humano. Ahora bien, tal y como yo lo veo, hay algo que sólo la mujer desde la feminidad puede hacer por la sociedad, y ese ésa creación de vínculo. No hay vínculo en la humanidad si no es gracias a una mujer, porque el primer vínculo que tenemos es con la madre (y no puede ser de otra manera), desde ahí, cada persona puede conectar y vincularse con la otra y se establece esa conexión universal.