Familia, Sistema, Clan...
La familia es un sistema y esa cualidad hace que otros sistemas (a veces un club deportivo, otras un equipo de trabajo, otras un grupo terapéutico..) reciba ese calificativo de “familia”. Al final, para mí, todo es tribu.
Es gracias a la característica de interdependencia del ser humano como mamífero que nos hacen tener la necesidad de conectar a unos/as con los otros/as, y tener la necesidad de contacto para la supervivencia (tanto a nivel individual como de especie). Y esto se da, tanto en términos afectivos como en términos pragmáticos. Todo ser humano (como todo mamífero) es interdependiente. Puede que haya quien crea y quien no, que “todos somos uno”, y lo que es claramente indiscutible, es que todos dependemos de todo. El funcionamiento del ser humano es igual hacia afuera en lo social y relacional como internamente a nivel fisiológico. Si un sistema no funciona, si un órgano está dañado, si hay algún tipo de lesión; todo el resto del cuerpo se resiente. Por lo tanto, prefiero partir de la base de que no se trata de dependencia e independencia, sino de interdependencia. Cuando esto está claro, y se diferencia la independencia de la autonomía, y de la “antidependencia” (postura egóica en la que colocarse en la autosuficiencia), podemos empezar a comprender el concepto de sistema, familia, clan o tribu. Todos somos tribu, tal y como descubrieron los padres de la sistémica al observar a diferentes tribus más tradicionales y todavía no industrializadas (como hizo Bert Hellinger aprendiendo de los zulús). Lealtades por repetición o por rebeldía a las generaciones anteriores, identificaciones no conscientes con algún familiar excluido, desórdenes en la jerarquía… todo son cuestiones de la psicología sistémica y que se trabaja en constelaciones familiares, permitiendo que cada cual, desde el amor se sitúe en el lugar que le corresponde de manera natural. He de decir que es una mirada que me parece apasionante y la visión se amplía cuando durante el trabajo, se presta atención al cuerpo (Somatic Experiencing) y cómo éste manifiesta el trauma no sanado. Entonces, es cuando se puede trazar un puente entre presente y pasado, permitiendo a nuestro sistema nervioso, “actualizarse” y resignificar aquello que en su momento fue demasiado como para procesarlo todo. Normalmente, son situaciones de mucho impacto, o que se repiten durante demasiado tiempo, cuando aún no tenemos la madurez y recursos necesarios. De ahí, que muy a menudo, aún con las comprensibles reticencias, sea necesario algún viaje a la infancia. Otro de los aspectos a observar y sanar, es el estilo de vinculación, que suele proceder del apego con la primera figura cuidadora. Como referentes Mary Ainsworth y John Bowlby desarrollaron investigaciones y la teoría del apego. De ello, para mí, no es tan importante tomar teóricamente los diferentes tipos de apego a los que aluden; como hacer mucho énfasis y conseguir un apego seguro. Pues, seguridad en su sentido más amplio, es lo necesario para el desarrollo emocional. Tal y como cita a menudo uno de mis maestros, es necesario poder contar con lo que él llama “un puerto seguro”, especialmente en la infancia cuando aún tenemos tanto que aprender y aún nuestro organismo no ha madurado. Ése “puerto” es aquella persona con la que tener un apego seguro: alguien que nos da la bienvenida y recibe cariñosamente; alguien que nos ama incondicionalmente; alguien que nos acompaña con lo que haya y da sostén a nuestras emociones; alguien que no nos daña, rechaza, abandona, abusa, traiciona, humilla, avergüenza, culpabiliza, ignora, menosprecia, engaña, agrede, manipula o utiliza… en pocas palabras alguien amorosamente confiable al 100%, un lugar al que siempre se puede volver y ser reconfortado/a. Por todo ello, en un proceso de crecimiento o reconocimiento persona, lo primero y fundamental, es crear este vínculo de seguridad y conexión en un entorno amoroso y de confianza. A medida que estas nuevas experiencias de vínculo seguro van quedando integradas en su sistema nervioso y consciencia, cada quién, tendrá una nueva oportunidad (si es que no lo tuvo en la infancia) de salir hacia lo nuevo, y con cierta autorregulación y nuevos recursos, hacer la vida propia y no la delimitada por el sistema o los patrones que quedaron fijados en la infancia.